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Nutrición sin obsesión

Mejora tu relación con la comida.

Te has preguntado alguna vez ¿Cómo es tu relación con la comida? 


Pocas personas la ponen a prueba o se preguntan si es importante ¿cómo y por qué? elegimos los alimentos que consumimos. Mejorar dicha relación es un hábito que debe adquirirse y mejorarse con el tiempo a base de paciencia, disciplina y el apoyo de un profesional de la nutrición para poder mejorarla. El objetivo de éste artículo es fomentar la buena relación con los alimentos e identificar puntos clave que te permitan lograrlo.


La relación que tenemos con la comida está rodeada de tintes tanto sensoriales, emocionales, culturales como sociales principalmente, donde un acto biológico y natural que debiera ser simple y tan sencillo para cumplir el objetivo de nutrirnos y darnos la energía necesaria para vivir, se ha convertido en una actividad complicada, en algunos casos, estresante y hasta causante de enfermedades, deficiencias y trastornos de la conducta alimentaria donde la preocupación por qué comer y la apariencia física  ha dañado el vínculo que tenemos con la comida originado una serie de alteraciones y trastornos en los patrones de conducta alimentaria, llegando a tener una batalla contra mente y cuerpo a partir de creencias o una imagen distorsionada de la realidad a base de prejuicios.


Puede originarse desde la niñez donde se suele obligar ya sea a comer en sí o a consumir ciertos alimentos, condicionando o limitando, así se inicia esta mala relación que desde generaciones se vienen arrastrando mitos y creencias infundadas. De esa misma mala relación mujeres y cada vez más hombres todos los días se enfrentan al espejo, a ayunos prolongados, conteos intensos de calorías, restricciones exageradas, remordimiento, culpa, castigos por haberlos consumido, anotar y contar todo lo que se come, ser sumamente estricto con la calidad y origen de los alimentos hasta el grado de dejar de comer o desarrollar trastornos de la conducta alimentaria para intentar ya sea tener una nutrición perfecta o para lucir como, según ellos deberían o la sociedad dicta, obsesionados por un “peso o talla ideal” como una cifra dejando de lado la salud.


Una mala relación con la comida se asocia con la creencia de que los alimentos son
buenos o malos, eliminando por completo el consumo de éstos o de algunos grupos sin entender que el cuerpo utiliza lo que recibe, sea cual sea la procedencia, utilizando las sustancias biodisponibles de los alimentos, es decir, los sustratos indispensables en sus 6 principales presentaciones (glucosa, aminoácidos, lípidos, vitaminas, minerales y agua) para poder funcionar y sostener las funciones vitales, así como nuestras actividades diarias.


Ahora bien, lo anterior se relaciona con la “orexia" cuya etimología proviene del griego «ορεξις» (orexis) que significa
apetito físico, deseo insaciable o instintivo, antojo  y que, aunque su uso común es ahora obsoleto, en medicina y/o nutrición se refiere a una denominación antigua propia al medio de la salud para referirse a la necesidad continua de comer o de ingerir cualquier alimento, pudiendo asimismo relacionarse con la ansiedad del hambre continua, dando paso a diferentes comportamientos alimentarios inapropiados que no son más que formas inconvenientes que las personas relacionan con la comida y son los siguientes:


Anorexia:
Se caracteriza por una imagen corporal distorsionada y miedo injustificado a aumentar de peso que conduce a un rechazo sistemático de los alimentos que suele acompañarse de desnutrición y adelgazamiento extremo por debajo de las recomendaciones saludables para edad y estatura de la persona que la presenta.


Vigorexia:
Fuerza y/o vigor más “orexia” resulta en la preocupación excesiva por la apariencia del cuerpo que, de manera alterada perciben como débil, flaco, flácido, etc., e intentan corregirlo mediante la práctica deportiva en ocasiones excesiva y mayormente con el apoyo de sustancias anabólicas como esteroides, ergogénicos (quemadores de grasa) y dietas muy altas en proteínas, bajas en grasa, además de la ingestión de suplementos dietéticos; generalmente sin supervisión médica y/o nutricional teniendo como origen baja autoestima, un pobre auto concepto, nulas o escasas relaciones sociales y rasgos obsesivo compulsivos de la personalidad.


Ortorexia:
La “orexia” da paso a un comportamiento patológico obsesivo por la comida biológicamente pura o natural donde la intención de comer saludablemente se convierte en una obsesión, en ocasiones, conjunto con el uso y abuso de suplementos y/o técnicas de medicina alternativa, alterando el funcionamiento y calidad de vida de quien la presenta por querer lograr una “salud perfecta” sin considerar que ésta restricción dietética los lleva a una alimentación desordenada y deficiente.


Manorexia:
Anorexia nerviosa desarrollada en hombres que representan alrededor del 25% de personas con este trastorno que se cree erróneamente es exclusivo de mujeres haciéndolos más vulnerables a peores desenlaces por un diagnóstico tardío. Generalmente asociada a profesiones como modelos, bailarines o actores, deportes que suponen un cuerpo delgado como patinaje o remo, por mencionar algunos.


Permarexia:
Término que describe una obsesión por el sobrepeso donde la inconformidad por su apariencia física de la que se quejan frecuentemente, conduce la persona que lo presenta a permanecer a dieta o en régimen estricto vigilando a detalle calorías y etiquetas de lo que se consume donde el estado de ánimo y la autoestima está directamente ligada al peso y apariencia física. Generalmente alardean sobre sus supuestos conocimientos en salud y/o nutrición e incluso peligrosamente suelen hacer recomendaciones a otros sin suficiente sustento o evidencia científica como base. 


Pregorexia:
Hace alusión al deseo de una mujer embarazada por controlar su aumento de peso poniendo en peligro la vida del feto debido a la práctica de dietas y/o ejercicios extremos no aptos para la etapa. Generalmente en mujeres con antecedentes de trastornos de la conducta alimentaria y/o que tienen nulo o escaso apoyo social.


Ebriorexia:
Combinación de comportamientos entre aspectos asociados con la alimentación evitando calorías extra ya sea por omisión, restricción, ejercicio excesivo, consumo de laxantes, atracones y/o vómito, entre otros, en conjunto con el consumo de alcohol que se presenta mayormente en mujeres de 17-24 años.


Mega o fatorexia:
En este caso, las personas presentan una distorsión sobre su propia percepción corporal donde perciben su peso como “normal o saludable” cuando no es así. Suelen consumir alimentos ultraprocesados, con elevada densidad calórica y vacía y sedentarismo que conducen a mediano plazo a sobrepeso y/u obesidad, malnutrición, así como a enfermedades crónicas no transmisibles debido a su poco autocuidado, la negación de la realidad, tienden a ser hostiles con ellos mismos y/o con quienes los rodean y generalmente se aíslan de la sociedad.


No debiéndose confundir el anterior con el conocido como trastorno dismórfico corporal que si bien también está caracterizado por la alteración de la percepción del propio cuerpo, persigue “la perfección” con base en una preocupación constante y excesiva, fuera de lo normal, por algún “defecto” ya sea real o imaginario percibido en las características físicas propias desarrollado más probablemente en la adolescencia donde empiezan la mayoría de críticas asociadas a la imagen corporal o del físico.


¿Te identificaste con alguno? ¿Cómo puedes saber entonces si tienes riesgo de padecerlos o si tienes una mala relación con la comida? Responde a las siguientes preguntas:

  • ¿Cuándo comes sientes culpa, ansiedad, pena o alguna emoción negativa?
  • ¿Llevas un control estricto sobre lo que puedes o no comer?
  • ¿Aunque sean ocasiones especiales restringes alimentos que consideras no son buenos para ti?
  • ¿Cuentas constantemente las calorías y/o tiendes a revisar obsesivamente las etiquetas de los productos que compras y consumes?
  • ¿Tu peso fluctúa constantemente?
  • ¿Pese a tener hambre haces caso omiso de las señales que emite tu cuerpo o lo tratas de engañar?
  • ¿Evitas e incluso no acudes a viajes, reuniones familiares o salidas en pareja y/o con amistades para no perder el control sobre tu alimentación?
  • ¿Comes en exceso para posteriormente hacer una dieta estricta?
  • ¿No puedes detenerte cuando empiezas a comer algo que te gusta?
  • ¿Sueles comer solo o evitas que te vean comer?
  • ¿Evitas comprar o probarte ropa?
  • ¿Te miras constantemente al espejo y no te gusta el reflejo?


Si respondiste que sí a una o varias preguntas, te recomendamos acudir y recibir apoyo de profesionales de la salud, incluyendo médico, psicólogo y nutriólogo para recibir un tratamiento integral donde logres mejorar tu relación con la comida y lograr los objetivos de composición corporal saludables e ideales según tus características personales como edad, sexo, peso, talla, condición de salud  y nivel de actividad física. 


Lograr una buena relación con la comida lejos de convertirse en una obsesión es algo que puedes practicar ya, sin embargo como todo proceso conlleva dedicación y paciencia; la alimentación nos provee más que solo energía y la nutrición es un acto de amor propio y autocuidado. Acude a una valoración gratis y mejora tu relación con la comida en beneficio de tu salud y calidad de vida.


¿Cómo puedo cultivar una buena relación con la comida?



  • Escucha y conoce a tu cuerpo y sus señales de hambre y saciedad, así como de sed.
  • Disfruta el placer de comer sin culpa, seguramente alguna vez lo hiciste y sabes cómo lograrlo solo es cuestión de enfocarte nuevamente y retomar el gusto de alimentarte reconociendo la función que tiene y su propósito en tu bienestar.
  • Dirige tu atención al contenido nutricional y no a las calorías.
  • Sé objetivo ante las críticas y comentarios ajenos, la única opinión importante es la tuya y debe estar en comunión con las recomendaciones de tu nutriólogo.
  • Cuida tu salud y recuerda que, aún en presencia de alguna enfermedad, ningún alimento es malo.
  • Piensa y valora todo lo que hace tu cuerpo que no tiene que ver con apariencia y agradece cuidándolo, desde tu mente que genera sueños hasta tus pies que te llevan a hacerlos posibles.
  • Toma terapia si lo consideras necesario, ejercítate y lleva a cabo un tratamiento nutricional personalizado.
  • En el intento habrá frustración, duda y querrás abandonar, ¡no desistas! Estamos aquí para ti.


Si al leer éste artículo notaste que hay varios puntos en los que deseas trabajar, toma nota y empieza por uno. ¡Te ayudamos!


atte. Nut. Laura Martínez



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